Los beneficios de mindfulness para los niños
Mucho hemos escuchado este último tiempo sobre los beneficios del mindfulness o de la atención plena, que realizar esta práctica habitualmente disminuye los niveles de ansiedad, nos ayuda a controlar nuestras emociones y a poner atención plena al presente. Pero ¿sabías que este ejercicio también se puede realizar en niños? Baby Lee te enseña cómo hacerlo y los beneficios que esto puede traer para los más pequeños.
Mindfulness es un concepto in inglés que se traduce como “conciencia plena” y que se refiere a estar conscientemente en el presente, comprendiendo y aceptando lo que pasa alrededor y con nuestras emociones. A través de ejercicios de respiración o meditación guiada se conduce a la persona para que “habite en el presente”, dejando fuera pensamientos como los pendientes del trabajo, la hora con el doctor que tenemos que pedir o las distintas preocupaciones que tenemos todos durante el día.
A pesar de que suena a una práctica más enfocada para adultos, por lo que esto implica, se han visto grandes resultados en los más pequeños. Les ayuda a bajar su ansiedad, mejora su atención, logran tener más autocontrol, a regular sus emociones, a ser más amables, compasivos y a desarrollar habilidades como la paciencia, la empatía y la alegría.
Pero ¿cómo podemos implementar esta técnica en niños?
Atención en los alimentos
Una buena manera de implementar el mindfulness o la atención plena es a través de los alimentos, haciendo que los niños expresen lo que sienten cuando se alimentan. Por ejemplo, pasarles un pedazo de chocolate, una uva, una almendra o lo que sea y que el niño vaya describiendo cómo se siente ese alimento elegido en sus manos, a qué huele y qué forma tiene. Luego, una vez que se lo lleva a la boca que pueda decirnos a qué sabe, cómo es su textura, cual es la sensación que le provoca, etc. El objetivo es prestar atención a una de las acciones que diariamente hacemos sin pensar y descubrir sensaciones y experiencias con los alimentos que frecuentemente consumimos y no prestamos atención.
Método de la rana
Es un ejercicio que se ha vuelto bastante conocido gracias a la terapeuta holandesa Eline Snel. En este ejercicio se le pide al niño que simule ser una rana, un animalito pequeño, capaz de dar grandes saltos, pero a la vez quedarse mucho rato quieto observando su entorno para poder cazar a su presa.
Además, en las ranas podemos observar claramente cuando respiran por el movimiento de su estómago. Por eso invitamos a los niños a sentarse y a respirar como una rana por un minuto en un principio y luego ir aumentándolo con el paso de las semanas. Este ejercicio ayuda a los niños a permanecer calmados, serenos, a relajarse y ser pacientes.
Atención en el movimiento
Muchas veces resulta difícil mantener a los más pequeños quietos, una buena manera de realizar ejercicios de mindfulness es hacerlos que salten en un pie durante 30 segundos y que luego se sienten con los ojos cerrados y pongan su mano en el corazón. En esa posición deben describir cómo sienten sus latidos, qué sensaciones observan en sus piernas, qué emoción están experimentando, etc. Este ejercicio es una manera de traer a conciencia las sensaciones corporales y hacerles ver cómo la actividad física puede ayudar en el control de sus emociones.
Estos simples juegos se enfocan en lo mismo, que el niño pueda ser más consciente del presente y que a través de una atención plena, en diferentes actividades, pueda lograr un estado de calma, serenidad y autocontrol.